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Las ideas modernas en el ajedrez. Richard Reti | Volver al Catálogo |
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Consideraciones previas
El juego del ajedrez es tan difícil que para llegar a ser un fuerte jugador no basta, como en el juego de naipes, con tener buena memoria, sentido común y conocer algunas de sus sutilezas o trucos. Aun para el jugador de talento, no son suficientes esas condiciones, que se adquieren con experiencia, sino que es necesario estudiar el juego de una forma científica.
¿Qué se entiende por ‘forma científica’? ¿Cómo llega a ser una ciencia una disciplina?
Es necesario pasar por tres estadios: el primero sería el estadio empírico, donde se recogen, por métodos exclusivamente experimentales, los hechos de la materia a tratar.
El segundo estadio se dedica a la tarea de ordenar y clasificar los hechos recogidos. Por supuesto, se trata de un trabajo que presenta serias dificultades, ya que no consiste solamente en los resultados más o menos claros y concretos de la etapa empírica, sino que hay varios caminos posibles, y el rumbo a tomar dependerá del criterio del explorador. Toda clasificación, para ser buena, debe constituir una agrupación de los hechos que se parecen en lo que a su esencia respecta. Cualquier clasificación realizada partiendo de una semejanza superficial y aparente será mala por fuerza. Un ejemplo conocido de clasificación deficiente la podemos ver en la Botánica, en el sistema de nomenclatura de Linneo, quien dividió las plantas según la cantidad de pétalos y estambres, es decir, por su apariencia externa; de esta manera reunió en un mismo grupo plantas que eran nítidamente desiguales, y separó otras que, científicamente, debían clasificarse en la misma familia.
El tercer estadio de la ciencia, partiendo de la clasificación, debe extraer las leyes que rigen los hechos observados y estudiarlas.
Existe una gran cantidad de tratados con el título “Teoría de aperturas”, pero podemos preguntarnos: ¿Es una verdadera teoría en el sentido científico? De ninguna manera. Esos libros corresponden solamente a la primera etapa, la empírica, puesto que ofrecen únicamente los comienzos de partidas de maestros y los análisis efectuados sobre ellas, es decir, son los resultados de los experimentos sobre el tablero para encontrar las mejores jugadas.
En lo que a la segunda etapa se refiere, al estudiar estas obras sobre “Teoría de aperturas” podríamos creer que la clasificación ya se ha realizado, puesto que podemos ver toda una serie de aperturas con nombres tan sugerentes como la Ruy López, el Gambito de dama, etc. En realidad, esa clasificación no es de carácter científico, sino más bien una agrupación semejante al sistema de Linneo, ya mencionado, basada en la semejanza superficial y no en la esencia. En este caso es el parecido externo de las dos o tres primeras jugadas lo que da el nombre a las aperturas, cuando en realidad esto es meramente accidental, como resulta evidente al observar que desde distintas aperturas se puede llegar a la misma posición, igual que una misma apertura puede originar esquemas distintos.
Por ejemplo, se puede llegar al Ataque Max Lange a partir de cuatro aperturas diferentes: la Escocesa, el Giuoco Piano, la Defensa de los dos caballos y el Gambito del centro. Por otro lado, partidas de cariz casi opuesto, como el Ataque Möller y la variante pianísima del Giuoco Piano, nacen de la misma apertura.
La tercera etapa, la propia de una verdadera teoría científica, la que enuncia reglas generales, no se encuentra en ningún tratado de ajedrez, salvo muy raras excepciones, como por ejemplo los libros del doctor Tarrasch. No obstante, incluso en éstos los conocimientos se hallan dispersos en los comentarios de las partidas, sin formar un conjunto de reglas o principios relacionados entre sí, que formen una doctrina metódica y razonada. De todo esto se deduce que no existe un libro que exponga la verdadera teoría del ajedrez.
Los maestros que han llegado a ser fuertes jugadores y han adquirido amplios conocimientos no han escrito un libro de esta clase porque es muy difícil encontrar el método correcto para hacerlo. Además, muchos de ellos temen dar a conocer las armas con las que más tarde han de combatir.
Se podría dudar de la posibilidad de establecer leyes generales para el juego del ajedrez, puesto que —al contrario de lo que ocurre en las matemáticas, cuyas leyes son precisas y aplicables para todos los casos— en ajedrez observamos que a veces se llega a la victoria violando los principios más elementales. Por ejemplo, la dama vale más que el caballo (regla general); sin embargo, hay posiciones donde el caballo vale más que la dama. En consecuencia, observamos que las leyes generales no son absolutas en ajedrez. Sin embargo, es evidente la utilidad de estas reglas, ya que si un jugador, al dudar de ellas, tuviera que decidir en cada posición si la dama es más fuerte que el caballo, nunca podría dominar nuestro juego. Tal como ocurre en este ejemplo trivial, lo mismo sucede con todas las otras reglas.
A pesar de que estos principios no son aplicables a todos los casos, es necesario conocerlos para llegar a ser experto, y las excepciones en su aplicación, en lugar de llevarnos a menospreciarlos, deberían inducirnos a revisar y perfeccionar la teoría.
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CONSIDERACIONES PREVIAS
CAPÍTULO I. Estado actual del juego posicional
CAPÍTULO II. Como deben desarrollarse las piezas
CAPÍTULO III. Las combinaciones contra el enroque corto
CAPÍTULO IV. Debilidades que genera el avance del peón f
CAPÍTULO V. La cadena de peones
CAPÍTULO VI. El Gambito de dama
CAPÍTULO VII. El peón de dama aislado
CAPÍTULO VIII. Defensa moderna contra 1.d4